Un equipo de georradares controlado por científicos de la Unidad de Geodetección de la Universidad de Cádiz encontró los restos de una antigua ciudad romana bajo lo que hoy a simple vista es un cultivo de cereal.
Conocida como Flavia Sabora, anteriormente, solo se tenía conocimiento de ella a través de una placa de bronce que se mantuvo intacta hasta el siglo XVIII.
Los georradares no invasivos
El equipo de investigadores procedió a delimitar el área haciendo uso de georrradares, drones y programas informáticos de tratamiento de datos bajo una triada de arqueología no invasiva. De esta manera fue posible escanear el subsuelo, cubriendo un área de más de dos hectáreas para apreciar algo demasiado “grande para ser una aldea y demasiado pequeña para ser una ciudad”.
“Encaja más con el concepto de poblado pequeño, un centro cívico, religioso y administrativo que daba servicio a una zona rural más amplia”, señala Lázaro Lagóstena, catedrático de Historia Antigua y jefe de la Unidad de Geodetección de la UCA.
Hasta el momento han podido dar con la estructura cardo-decumano de las calles, áreas pavimentadas con posibles mosaicos, algunos espacios públicos y de culto como los ninfeos donde se veneraba al agua aparte de antiguas termas bajo una área silvestre.
El inicio y fin de Flavia Sabora
Erigida por Cayo Cornelio Severo y Marco Septimio Severo, Flavia Sabora fue un humilde asentamiento recreado por ser considerada una tierra mucho más fructífera que la entonces Roma del emperador Vespasiano.
Según el registro broncino, fue en agosto del año 77 d.C. cuando lograron dar con la actual Málaga y comenzaron a hacerla crecer como localidad. Las primeras conclusiones arrojaron que se construyó en una sola fase, siendo candidata ideal para estudiar las técnicas de urbanismos durante su periodo.
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Es así como los georradares lograron que un campo de cereales en el sector llamada Cañete la Rea terminasen convirtiéndose hoy en centro de todas los admiradores de la historia romana.